Terminó sus estudios en el Instituto de Bachillerato de Matanzas. Su familia no disponía de recursos como para permitirle estudiar en el extranjero, pero en vista de sus buenos resultados académicos su mecenas, Ramón San Pelayo, se dispuso a financiar su formación en los Estados Unidos. Cursó el secundario en la Escuela Woodycliff de Nueva Jersey, como primer paso para entrar en la Universidad de Columbia para seguir la carrera de ingeniería química. Sin embargo, permanentemente distraído por su pasión por el juego ciencia, sólo cursó los dos primeros años.
En 1905 comenzó a frecuentar el Club de Ajedrez de Manhattan: en la noche del 6 de abril de 1906 participó en un torneo relámpago en el que, tras sucesivas partidas eliminatorias, derrotó al gran Emanuel Lasker, ante el asombro de todos, adjudicándose el torneo. Lasker estrechó la mano de su vencedor diciéndole: “Es notable joven, usted no ha cometido errores”. En su primer match internacional, enfrentó al maestro norteamericano Eugene Delmar, a quien le ganó todas las partidas, a pesar de haberle otorgado ventaja de peón de salida, Entre fines de 1908 y comienzos de 1909 participó en una prolongada gira estadounidense; de un total de 734 partidas, ganó 703, entabló 19 y sólo sufrió 12 derrotas.
En 1909, a la edad de 20 años, Capablanca ganó un match al campeón estadounidense Frank Marshall (+8 -1 =14). Fue la insistencia de Marshall lo que permitió que se le dejara al joven participar en el torneo de San Sebastián, España en 1911. Éste era uno de los torneos más importantes de la época; todos los grandes jugadores del planeta estarían presentes excepto el entonces campeón mundial Lasker. Al inicio del torneo Ossip Bernstein y Aaron Nimzowitsch objetaron la presencia del invitado pues éste no había ganado todavía ninguno de los grandes torneos. Sin embargo, después de que Capablanca ganara su primer juego contra Bernstein (en una partida en la que se le otorgaría el premio a la brillantez), éste reconoció su talento y dijo que no se sorprendería si su vencedor terminaba ganando la presa mayor. Capablanca efectivamente terminó ganando el campeonato asombrando el mundo del ajedrez con un balance de +6 -1 =7, perdiendo únicamente una partida ante el que finalizaría segundo, Akiba Rubinstein.
Tras una movida durante un juego en la variedad de ajedrez rápido, Nimzowitsch se ofendió a raíz de un comentario de Capablanca, a quien respondió: “Los jugadores sin trayectoria deberían mantener la boca cerrada en presencia de sus superiores”. En el acto, Capablanca retó a Nimzowitsch a enfrentarlo en una serie de juegos rápidos, los cuales ganó fácilmente. Los maestros presentes en el lugar concluyeron que el joven cubano era insuperable en la variante rápida, distinción que le correspondería hasta el final de su vida.
En 1911 retó a Lasker por el campeonato del mundo. El alemán aceptó el desafío pero propuso diecisiete condiciones para el match. Capablanca no estuvo de acuerdo con algunas por lo que el juego no tuvo lugar.
En 1913 jugó en La Habana y terminó segundo detrás de Frank Marshall, habiendo perdido una de las partidas contra el norteamericano después de tener una posición ventajosa. Reuben Fine afirmó que Capablanca había exigido al alcalde el desalojar a todos los espectadores para que no lo vieran derrotado. Esta historia ha circulado en libros y en Internet; sin embargo, el libro de Edward G. Winter documenta que la historia de Fine no tiene ningún fundamento. Demuestra en cambio que los 600 espectadores presentes, que naturalmente apoyaban a su compatriota, le dieron a Marshall una fuerte ovación. Las notas del mismo Marshall corroboran esta versión: cuando escuchó el griterío de la multitud creyó que lo iban a linchar, por lo que pidió una escolta de seguridad para que lo llevara rápidamente a su hotel. Después le contaron lo que había sucedido en realidad.
Inmediatamente después de esto Capablanca obtuvo un resultado de +13 -0 =0 en un torneo en Nueva York, aunque Oldrich Duras era el único Gran Maestro Internacional entre sus oponentes.
En septiembre de 1913 consiguió un trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. El mediano sueldo le permitió seguir disfrutando de su pasión ajedrecística y realizar algunos viajes al exterior en busca de nuevos desafíos. Durante muchos años fue el cubano más famoso.
Luego jugó una serie de partidas en Europa contra los mejores jugadores de la época: en Berlín derrotó a Jacques Mieses y a Richard Teichmann; en Moscú jugó una serie de seis partidas, dos contra Alexander Alekhine, dos contra Eugene Znosko-Borovsky y dos contra Fyodor Dus-Khotimirsky, perdiendo una vez contra Znosko-Borovsky y ganando el resto. Estos fueron sus primeros encuentros con Alekhine, quien en esta ocasión no pudo contra el cubano.Tiempo después, en Viena derrotó a Richard Réti y a Savielly Tartakower 1,5-0,5 contra cada uno. En Moscú venció a Bernstein en una partida listada en muchas antologías por la brillantez de la jugada ganadora …Db2!!, y por la nueva estrategia de peones colgantes, y batió a Nimzowitsch en un elegante final de alfiles de color opuesto. Capablanca dio también un gran número de partidas simultáneas destacadas por su rapidez y gran cantidad de victorias.
En el gran torneo de 1914 en San Petersburgo, con la participación de la mayoría de los mejores jugadores del mundo (con la excepción de los del Imperio Austrohúngaro), Capablanca se encontró con el gran Lasker por primera vez en un torneo normal (el genial cubano había ya ganado la final del mencionado torneo de ajedrez relámpago de 1906, en el que innovó con una ahora famosa composición final). Capablanca tomó ventaja de un punto y medio en las rondas preliminares, y obligó a Lasker a luchar por el empate. Ganó nuevamente el premio por brillantez contra Bernstein y tuvo algunas victorias importantes contra David Janowsky, Nimzowitsch y Alekhine.
Sin embargo fue víctima de una notoria mejoría de Lasker en la segunda parte del torneo, que incluyó una famosa victoria del alemán. Terminó segundo, detrás de Lasker con 13 puntos contra 13,5 del alemán, pero adelante de Alexander Alekhine, quien finalizó en tercer lugar. Al concluir el torneo, el Zar Nicolás II proclamó a los cinco ganadores de premios (Lasker, Capablanca, Alekhine, Tarrasch y Marshall) como “Grandes Maestros del Ajedrez”.
Campeón Mundial
En 1920, Lasker se dio cuenta de que Capablanca se estaba haciendo demasiado fuerte, y decidió renunciar al título en favor de éste, añadiendo: “Usted ha ganado el título no por la formalidad de un desafío, sino por su brillante maestría”. El cubano prefería ganarlo en un encuentro, pero Lasker insistió en que era él ahora el retador. Jugaron un match en La Habana en 1921, en el que Capablanca derrotó al alemán sin perder una sola partida: +4 -0 =10.
Capablanca, nuevo campeón del mundo, dominó en Londres en 1922. Hubo un número interesante de jugadores fuertes y se creía que el campeón no debería poder evadir retos a su título como había sucedido en el pasado. En este torneo, algunos de los mejores jugadores de la época (Alexander Alekhine, Efim Bogoljubov, Geza Maroczy, Richard Réti, Akiba Rubinstein, Savielly Tartakower y Milan Vidmar), se reunieron para discutir reglas para los campeonatos mundiales por venir. Entre otras cosas, una de las condiciones propuestas por el campeón fue que el aspirante al título tendría que reunir al menos diez mil dólares para el premio. En los años siguientes, Rubinstein y Nimzowitsch retaron a Capablanca pero no lograron reunir el dinero.
Resultó segundo en Nueva York en 1924, otra vez por delante de Alekhine. Fue tercero detrás de Efim Bogoljubov y Lasker en Moscú en 1925. Sin embargo dominó el torneo de seis jugadores en Nueva York en 1927, sin perder un solo juego y con 2,5 puntos más que Alekhine.
En este periodo también hubo varios cambios en la vida personal del maestro. En diciembre de 1921 se casó con Gloria Simoni Betancourt. Tuvieron un hijo, José Raúl, en 1923 y una hija, Gloria, en 1925, pero el matrimonio terminó en divorcio. También perdió a su padre y a su madre.
Pérdida del título
El éxito en Nueva York en 1927 fue excepcional: en un round robin cuádruple con seis de los mejores jugadores del mundo terminó invicto y con 2,5 puntos por encima del segundo lugar (Alekhine). Capablanca también derrotó al moscovita en su primer juego, ganó el premio de la partida más brillante contra Rudolf Spielmann y ganó dos juegos interesantes contra Nimzowitsch.
Esto lo hacía el gran favorito para el match contra Alekhine —quien no había nunca derrotado a Capablanca— más tarde ese mismo año. El desafío fue respaldado por un grupo de hombres de negocios argentinos y el presidente de este país, que garantizó los fondos.
La proximidad del match llevó a una serie de pronósticos sobre su resultado: El gran maestro alemán Rudolf Spielmann sentenció: “Alekhine no va a ganar ninguna partida”; según Vidmar: “Alekhine no tiene ni la sombra de un chance”; Bogoljubov coincidió: “El resultado final va a ser 6 x 3 a favor de Capablanca”; Nimzowitch y Maroczy se pronunciaron también en favor de la victoria del cubano.
El propio Capablanca se sentía seguro de su triunfo, por lo que —fiel a su estilo— no se preparó para el encuentro, confiando en su capacidad única para resolver los problemas directamente frente al tablero; en cambio, llevado por sus responsabilidades laborales como representante del ajedrez de Cuba, participó de un tour de partidas de exposición por el Brasil. En una estrategia diametralmente opuesta, su retador se dedicó a la compleja tarea de estudiar con inédita profundidad los patrones subyacentes en el estilo de juego de Capablanca, sus movidas recurrentes y respuestas ante problemas complicados, etc., inaugurando una forma de trabajo que es norma hoy en día entre los máximos exponentes del ajedrez mundial.
El encuentro se jugó en septiembre en Buenos Aires. Ganaría el primero en obtener seis victorias. Alekhine jugó con paciencia y solidez, y llevó a Capablanca a perder la primera partida de manera mediocre, para luego tomar ventaja ganando las partidas número 3 y 7 —juegos de ataque más al estilo de Alekhine— luego perdió las partidas 11 y 12. Capablanca intentó convencer a Alekhine de anular el match luego de una larga serie de tablas. El ruso rehusó, y eventualmente venció +6 -3 =25, en el encuentro más largo de la historia del campeonato del mundo salve el campeonato en 1985 entre Karpov y Kasparov.
Alekhine no aceptó jugar la revancha, contraviniendo una de las condiciones del enfrentamiento. A pesar del colapso de los mercados financieros en 1929, Alekhine siguió insistiendo en las condiciones acordadas en Londres, es decir, Capablanca estaba obligado a recaudar u$s 10,000. El aspirante no logró satisfacer esta condición. En cambio, Alekhine jugó dos matches contra Efim Bogoljubov, que era un buen ajedrecista, pero no una amenaza para él en un juego extenso. Durante su reinado, Alekhine rehusó jugar en los mismos torneos que su rival.
Post-campeonato
Después de haber perdido el título, Capablanca ganó varios torneos fuertes, con la esperanza de que esto obligara a Alekhine a jugar una revancha por el campeonato, lo que no sucedió. En 1931 derrotó al gran jugador holandés Max Euwe +2 -0 =8, tras lo cual dejó de jugar por un tiempo en el más alto nivel, participando solamente en partidas menos serias en el Club de Ajedrez de Manhattan. Reuben Fine, extraordinario jugador de ajedrez rápido, rememora que en este período jugó varios matches de esta especialidad con Alekhine, con resultados muy parejos. Sin embargo, las pocas veces que se enfrentó en esta variante con el cubano, éste lo derrotó “sin misericordia”.
En 1934 comenzó de nuevo a jugar seriamente. Olga Chagodayev, con quien se casó en 1938, lo inspiró a competir de nuevo. Alekhine perdió el título contra Euwe en 1935 en parte debido a sus problemas con el alcohol. Esto le dio a Capablanca nuevas esperanzas de volver a ganar el título, y ganó en Moscú en 1936, delante de Botvinnik y Lasker. En el difícil torneo de Nottingham en 1935, terminó empatado con Botvinnik, por delante de Euwe, Lasker, Alekhine y detrás de los nuevos talentos de Reuben Fine, Samuel Reshevsky y Salo Flohr.
Esta fue la primera partida de Capablanca contra Alekhine desde el gran match entre los dos y el genio cubano no perdió la oportunidad de vengar su derrota. Teniendo una posición inferior, logró atrapar al ruso en una trampa tan elaborada que ninguno de los otros jugadores (excepto Lasker) se dio cuenta de en dónde el perdedor había cometido el error. Capablanca comentó sobre este particular en “El legado de Capablanca: sus últimas presentaciones”, pags. 111–112, expresando su admiración por la astucia que Lasker demostraba incluso a los sesenta años. Sin embargo el cubano no menciona a su oponente: Alekhine. La relación entre ambos era de profundo desagrado mutuo, hasta el punto en que rara vez compartieron un tablero por más de unos segundos: cada uno hacía su movida y luego se levantaba para caminar por las cercanías.
En 1937, Euwe, en contraste con la situación entre Alekhine y Capablanca, cumplió con su obligación y concedió a Alekhine el juego de revancha. Alekhine dejó de beber, se preparó bien y volvió a ganar el primer puesto fácilmente. Después de esto no hubo mucha esperanza de que Capablanca volviera a discutir el título, Alekhine no jugó más partidas por el campeonato del mundo y murió en 1946. El absoluto y arbitrario control del título por parte del circunstancial campeón impulsó a la FIDE a reglamentar el mecanismo de elección de rivales y así asegurarse de que el mejor retador tuviera la oportunidad de acceder el campeonato.
La salud de Capablanca comenzó a empeorar. Tuvo un pequeño accidente cerebrovascular durante el torneo AVRO de 1938, y tuvo el peor resultado de su carrera: séptimo de ocho jugadores. Sin embargo, incluso en esta etapa de su declive, fue capaz de producir extraordinarios resultados: en la olimpíada de ajedrez de 1939 en Buenos Aires logró obtener el mejor resultado como primer tablero de Cuba, delante de Alekhine y de Paul Keres.
El 7 de marzo de 1942, Capablanca se encontraba en el Club de Ajedrez de Manhattan en Nueva York. El cubano, de muy buen humor, hacía bromas en relación con las jugadas que se producían en el tablero. De pronto, sorprendiendo a los que le rodeaban, se puso en pie exclamando: “Ayúdenme a quitar el abrigo…” desplomándose luego en brazos de los ajedrecistas que se le acercaron. Trasladado momentos después al Hospital Monte Sinaí, al que llegó en estado comatoso, falleció a las 5:30 de la mañana del día 8. La causa directa de su muerte fue hemorragia cerebral, consecuencia de la hipertensión arterial que venía padeciendo desde hacia bastante tiempo. Justamente un año antes, en el mismo hospital, había fallecido Emanuel Lasker. Tras su muerte el mundo del ajedrez sufrió una terrible consternación. Los más importantes grandes maestros de la época, incluyendo a Alekhine, expresaron su pesar y le calificaron como el más grande jugador de ajedrez de todos los tiempos.
José Capablanca fue sepultado en La Habana con grandes honores. El General Fulgencio Batista, presidente de Cuba, se hizo cargo personalmente de los trámites funerarios. Capablanca falleció a la edad de 53 años y 109 días. En 1951, Cuba editó una estampilla de 25 centavos con su retrato, la primera con la figura de un maestro de ajedrez.
Nota de Abdel Valdés sobre la biografía de Capablanca:
“Me gustaría agregar a la biografía, que Capablanca jugó en 1931 un match contra Euwe de preparación (para el supuesto match de revancha con Alekhine), el cual ganó sin perder una partida. Ahí se juega la famosa partida de la trampa de Monticelli (de la que habla Grau en uno de sus libros) en la que Capablanca cae por completo pero logra hacer tablas. Todos lo criticaron y se burlaron por su desconocimiento, pero él la repite más tarde para demostrar que se hacía tablas sin problemas a pesar de tener calidad de menos. Más adelante Euwe se atreve a hacerle la pregunta sobre qué método se había valido para hallar la solución y no cree que él desconociera esa variante, a lo que Capablanca responde que no la conocía porque no estuvo presente el día en que se empleara por primera vez.”
Valoración de su carrera
En toda su carrera Capablanca sufrió menos de cincuenta derrotas en juegos serios. En partidas oficiales, perdió 35, el 6% del total. Permaneció invicto por más de ocho años, desde el 10 de febrero de 1916, cuando perdió desde una posición superior contra Oscar Chajes; hasta el 21 de marzo de 1924, cuando sucumbió frente a Richard Reti en el Torneo Internacional de Nueva York. Se trata de un récord de 63 juegos, que incluyó el difícil torneo de Londres de 1922 y el match por el campeonato del mundo contra Lasker. De hecho, sólo Marshall, Lasker, Alekhine y Rudolf Spielmann ganaron dos o más juegos serios frente a un Capablanca maduro, aunque los totales de sus respectivas carreras son negativos (Capablanca derrotó a Marshall +20 -2 =28, a Lasker +6 -2 =16, a Alekhine +9 -7 =33), a excepción de Spielmann que consiguió su nivel (+2 -2 =8). De los más grandes jugadores, solamente Keres tuvo un estrecho margen a su favor (+1 -0 =5), triunfo que ocurrió cuando Capablanca tenía 50 años, en el declive de su carrera. Su puntaje Elo ha sido calculado en 2725.
Capablanca no fundó ninguna escuela por sí mismo, pero su estilo fue muy influyente en los juegos de los campeones mundiales Bobby Fischer y Anatoly Karpov. Mikhail Botvinnik ha escrito acerca de cuánto aprendió de Capablanca, y precisó que también Alekhine debía al cubano mucho de su juego posicional, que aprendió durante sus frecuentes reuniones antes de que la lucha por el título del mundo les hiciera enemigos. Botvinnik considera a “Los fundamentos del ajedrez”, de Capablanca, como indudablemente el mejor libro sobre ajedrez que se haya escrito. En este texto el gran maestro precisa que mientras que el alfil es generalmente más fuerte que el caballo, la unión de dama más caballo es generalmente superior que la combinación de dama y alfil: el movimiento diagonal de éste simplemente imita al de la reina, mientras que el caballo la complementa, alcanzando inmediatamente posiciones que le están vedadas a la dama. Botvinnik acredita a Capablanca como el primero en hacer esta observación.
Críticas
La crítica más común a su figura se centra en su tradicional pereza: al frente del tablero, si no podía conseguir algo por medios sencillos entonces ni siquiera lo intentaba. Esta característica se manifestaba en que por lo general confiaba en su instinto dejando el cálculo de lado, lo que en ocasiones redundaba en errores graves. Además –y excepcionalmente– fue incapaz de resolver algunos finales difíciles.
En cierto momento Capablanca fue criticado —principalmente en Gran Bretaña— por la supuestamente vanidosa descripción de sus propios logros en su primer libro, “Mi carrera en el ajedrez”. En respuesta, el maestro tomó la medida sin precedente de incluir virtualmente todas sus derrotas en torneos y partidas en “Los fundamentos del ajedrez”, junto con un grupo representativo de sus victorias. Por otro lado J. du Mont, en su prólogo al libro de Golombek “Los 100 mejores juegos de Capablanca”, atestigua que el cubano —a quien conocía bien— no era en lo absoluto una persona vanidosa; en cambio aconsejaba a los críticos que aprendieran la diferencia entre la mente simplemente dotada y el genio elevado de un Capablanca, y el contraste entre la tendencia británica hacia la falsa modestia con la costumbre latinoamericana a decir “jugué este juego tan bien como podría ser jugado” cuando honestamente se cree estar en lo correcto. Du Mont también afirma que Capablanca era bastante sensible a la crítica. Edward G. Winter, historiador del ajedrez, documenta un número de ejemplos de autocrítica en “Mi carrera en el ajedrez”.
Torneo Internacional Capablanca in MemoriamA partir de 1962 se desarrolla en Cuba, en honor de Capablanca, el Torneo Internacional Capablanca in Memoriam, uno de los torneos ajedrecísticos más importantes de América Latina.Curiosidades sobre Capablanca
Se justificaban muchas de sus derrotas ajedrecistícas, con la excusa de que había estado absorbido por una mujer. Cuando perdió ante Tarrasch, en San Petersburgo, el año 1914, se dió por supuesto que había pasado directamente al tablero desde la cama de la señora del gran duque.
Se dijo que la culpa de que perdiera con Alekhine, en 1927, había que buscarla en el hecho de que andaba divirtiéndose con demasiadas bailarinas.
Cuenta la leyenda que hace ya muchos años, el todopoderoso Capablanca jugó con un experto ajedrecista de Nueva York. Olvidando momentáneamente que era invencible, Capablanca perdió. Ante este imprevisto resultado, los espectadores se quedaron asombrados. ¿Cómo un campeón del mundo había perdido contra un jugador muy inferior a él? - ¿Cuántas jugadas puede usted preveer sobre el tablero?, le preguntó un aficionado a Capablanca. - Al menos diez, respondió el campeón del mundo. - ¿Y cuántas jugadas puede usted pensar por adelantado?, le preguntaron al ganador de este particular encuentro. Y él replicó: - Sólo una. - Aquí hay una confusión: ¿cómo un jugador que sólo puede pensar por adelantado una sola jugada, derrota a otro que puede pensar diez? Entonces el vencedor explicó: -Yo pienso una sola jugada, ¡pero es siempre la mejor!
En 1925, durante el Torneo Internacional de Moscú, Capablanca participó en la filmación de la película soviética “Shakhmatnaya goryachka” del director Vsevolod Pudovkin, conocida por su título en inglés “Chess Fever”. El film, en tono de comedia, trata sobre un joven que se obsesiona completamente con el ajedrez. Su novia, a quien no le interesa para nada el juego, se siente frustrada y deprimida por la poca atención que recibe de su pareja. Estando al borde de la separación la chica se encuentra con el campeón mundial, Capablanca, con interesantes consecuencias…
El revolucionario argentino Ernesto Che Guevara se interesó por el ajedrez a la edad de once años, merced a los ecos de la Olimpíada Mundial de Ajedrez de 1939 que se desarrollaba en Buenos Aires, en la que José Raúl Capablanca era la gran figura. El Che adjudicaba al ajedrez grandes virtudes educativas y tuvo un papel fundamental en la masificación del juego en Cuba.
Capablanca predijo que el ajedrez enfrentaría dificultades mayores si continuaba la tendencia de que los más grandes jugadores terminaran sus partidas en tablas. Para evitar esto, sugirió una variación del esquema de juego, llamada el “Ajedrez de Capablanca”, a desarrollarse en un tablero de 8×10. Su idea se basaba en que el mayor número de piezas y las dimensiones extendidas de la grilla permitirían al jugador más efectivo el expresar claramente su superioridad, debido a la complejidad y los grados de libertad adicionales. Debe aclarase que el gran maestro propuso esta complicada variación mientras era campeón mundial y no después de perder el título, como algunas fuentes sostienen incorrectamente
La anécdota de Capablanca y el dominóAutor: MN César Revuelta Capablanca
José Raúl Capablanca murió en 1942, yo no había nacido, sin embargo fueron muchos los que me contaron esta historia, todos por separado. Entre ellos estaban mis padres, ya fallecidos y de los cuales acepto todo el relato porque eran personas excepcionales, incapaces de decir una mentira por pequeña que fuera, ni agrandar o magnificar un hecho, ni siquiera en forma insignificante.
Esto ocurrió alrededor de 1935. No recuerdo la fecha exacta, en una de las visitas del maestro a Cuba. El trabajaba en el servicio diplomático en el extranjero y cada vez que podía, visitaba su país, a sus padres y al resto de la familia.
Por lo general se reunían en la barriada de Santos Suárez en La Habana, y asistía la mayor parte de la familia relacionada con mi madre. Es decir, mi parentesco con el maestro me viene por parte de madre.
Recordando, mi abuelo Alfonso Capablanca (padre de mi mamá), era hermano de José María Capablanca (padre de José Raúl). Entonces se reunían las siete hijas de mi abuelo (entre ellas mi mamá) + un hijo varón (mi tío Enrique Capablanca). Asistían además, sus esposos y en esa ocasión había un invitado especial el MN cubano Francisco Planas, que acompañó a José Raúl en el equipo olímpico cubano que obtuvo el decimoprimer lugar (11no.), en la Olimpiada Mundial de Ajedrez celebrada en Buenos Aires en 1939, donde Capablanca se lució, ganando la medalla de oro en el primer tablero.
(Estaba Alekhine, entonces campeón mundial, pero las simpatías eran para Capablanca)
Estaban presentes ese, entre otros:
1) José Raúl Capablanca y Graupera2) María Capablanca Verde (mi madre)3) Bernardo Revuelta Martin (mi padre nacido en Sevilla-España)4) Mi tío Enrique Capablanca Verde5) Mis tías de los mismos apellidos:Lupe, Zoila, Consuelo, Antonia, Carmen y Sara(esta última mi madrina y casada con César Graupera Capablanca,mi padrino, y doble primo de José Raúl Capablanca y Graupera.6) Y el resto de los esposos de mis tías + la esposa de mi tío Enrique.7) Entre ellos Manuel López (aún vive) nacido en Oviedo-España y esposode mi tía Lupe (esta murió hace cuatro años).
Desarrollo de la anécdota: Anectota de el Juego Del DOMINO
Para comprender la anécdota, hay que conocer el “juego del dominó”. En Cuba, se juega mucho el dominó (existe hasta campeonato mundial), A José Raúl no le gustaban las bebidas alcohólicas y tampoco fumaba, sin embargo, le gustaba la buena mesa. Sus primas, entre ellas mi mamá, se esmeraban en prepararle diferentesplatillos y jugos de frutas naturales. Todas mis tías eran excelentes cocineras y mi mamá y la tía Zoila, eran de las mejores. Por supuesto José Raúl, se sentía muy a gusto con sus primas (todas eran jóvenes, muy bonitas y además buenas cocineras). Mi mamá tenía 23 años, por ejemplo.
Según mis padres, el maestro tenía una personalidad irresistible y era muy bien parecido. Como entretenimiento se jugaba a las cartas (Capablanca era un excelente jugador de bridge y otros juegos complicados), al dominó, y a veces alguna que otra partida de Ajedrez si había algún invitado especial, como ese día con el caso del MN cubano Francisco Planas.
En el juego de dominó se sientan cuatro jugadores en una mesa y por lo general se juega en parejas. Es decir, dos parejas. Cuando una pareja domina bastante bien el juego, casi siempre vence a la pareja menos aventajada. También de puede jugar individualmente (en Cuba se llama jugar a la guerra), pero a casi nadie le gusta, porque un jugador le mata las fichas al otro y “no se puede desarrollar bien el juego”
Cada vez que intento jugar a la guerra, entre cuatro, cada uno por su lado, gana cualquiera, no el que “mejor” juega. Muchas veces gana el que menos sabe.Sin embargo: Capablanca jugaba a la guerra, pues según el, no compartía su cerebro con nadie.
Ante al asombro de todos: Capablanca casi siempre ganaba. Mi padre que era muy inteligente, cuando no estaba jugando entre los cuatro, se sentaba detrás del maestro para tratar de observarlo y ver cual era el misterio, pues todos consideraban como increíble, que Capablanca siempre ganara.
De cada 20 datas, Capablanca ganaba de 18 a 19 (del 90 al 95 %)En una ocasión, alguien hizo la observación de que Capablanca tenía mucha suerte y el maestro no contestó, pero dirigió una mirada al infortunado comentarista (mi tío Enrique), que todos comprendieron.
A su vez Capablanca jugaba ese día contra Francisco Planas, que se sentaba a lo lejos y contra el tío político Máximo Rollo (también un excelente aficionado). Lo hacía sentado desde se mesa, mientras alguien revolvía las fichas que estaban boca abajo, tapadas, después de finalizar una data y como preparación para la siguiente.
¿Preguntaba en el Ajedrez, alguien jugó? Si le daban la jugada, respondía de inmediato y continuaba con el dominó.En esta situación ambiental surgió la increíble anécdota que paso a contar:
El juego de dominó tiene 55 fichas, la mayor el doble 9 (son 18 puntos en mano), la menor el doble blanco (son cero puntos).Cada jugador toma diez fichas (tapadas o boca abajo), las levanta tapándolas (por el reverso) y nadie puede ver sus fichas, ni este la de sus tres contrarios.El que gana es el jugador que logra primero, colocar sus diez fichas o en caso que el juego se tranque o se bloquee, entonces gana el que menos puntos tiene en mano.
En ese momento histórico para los presentes, jugaban:Mi tío Enrique Capablanca, mi tía Lupe Capablanca, mi padrino César Graupera Capablanca y por supuesto el maestro José Raúl Capablanca y Graupera.
Había terminado la data y por supuesto el genial cubano había ganado, como “casi” siempre.Mientras se movían las fichas el tío Enrique hizo uno de sus comentarios:Dijo así, que lástima, me equivoqué en mi penúltima jugada, pues si hubiese jugado esta ficha, en lugar de la que jugué, hubiese ganado.
Capablanca, se sintió ofendido ante ese comentario y le contestó,usted no sabe lo que está diciendo.
Ya los jugadores estaban ordenando las fichas para la próxima data (Capablanca no las ordenaba, las dejaba en la misma posición en que las levantaba)y el genio dijo, como esta data no ha comenzado, vamos a reproducir el juego anterior.Todos se quedaron mudos, e inclusive los que jugaban Ajedrez, se levantaron de sus asientos, para presenciar el venidero incidente, algo así como un acto de magia.
En efecto, Capablanca, puso las fichas boca arriba (hizo visibles las 55 fichas), y rápidamente ante el asombro de todos, empezó a repartir a cada jugador sus diez fichas, en total 4 x 10 = 40.
A su vez separó las 15 fichas sobrantes, todo esto a una velocidad supersónica. Entonces ante los ojos de todos comenzó a reproducir la partida, dijo así:
Yo abrí con el doble siete, fulano jugó tal cosa, este no llevaba y se pasó, etc., hasta reproducir el juego completo ante la vista y aprobación de todos.Entonces, al llegar al momento del comentario del tío Enrique, le dijo a este:
A ver, ¿cual es su variante ganadora?De mas está decir que el tío temblaba, no podía hablar. El maestro dijo entonces:
Bueno te ayudo, hay tres variantes posibles:La primera es esta, al parecer fue lo que usted comentó y como usted ve, el juego continua así y gano yo.Con la segunda, el juego se tranca aquí y también gano yo, por tener menor cantidad de puntos en mano.Y la tercera variante, fue la que usted escogió y con la cual gané el partido.
Ahí fue cuando todos se explicaron, porqué Capablanca siempre ganaba……Mi padre, que jugaba ajedrez o dominó, de vez en cuando, se retiró un pocode ambos, ante el maestro.
A partir de ese momento a todos les daba pena jugar, pensando en el juicioque Capablanca se haría de ellos.Esta anécdota la hice por la TV cubana, un domingo, hace más o menos 14 años,en el programa TR Deportes.
Nunca se ha publicado y aseguro, que los detalles que he dado, son rigurosamenteciertos, pues lo comprobé con cada uno de los presentes por separado,cuando todos vivían.
Sirvan para concluir otras dos apreciaciones de dos de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos: “Capablanca fue posiblemente el mejor ajedrecista de toda la historia” (Bobby Fischer). “Capablanca invariablemente siempre escogía la mejor opción, sin importar cuán enrevesada estuviera la posición” (Garry Kasparov).